Allí
donde nos encontremos nos acompaña una tenue habitación.
Se
trata de una burbuja sutil y es lo más propio que podemos poseer. Es una
elástica burbuja pericorporal que nos articula con el mundo. La hemos
construido a lo largo de la vida y la defendemos con el recurso de la
privacidad. Por ello se endurece en la vida pública y se afina con la estancia
en soledad.
Solemos
llamarla ámbito íntimo.
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