Las
revistas de arquitectura suelen ilustrar con ejemplar prolijidad aquellos
objetos arquitectónicos singulares que pasan por ser paradigmas de excelencia.
Por
lo general, son paradigmas de lo excepcional. La arquitectura ordinaria no
merece, por su parte, mayor atención. Sin embargo, el grueso de la humanidad
habita en estas arquitecturas rutinarias y corrientes. Y si se piensa un poco,
lo que determina la efectiva calidad urbana del habitar, no estriba en cuántos
edificios singulares de cada arquitecto estrella tenga una ciudad, sino en el
nivel dominante de su arquitectura regular.
Ya
llegará el día en que juzguemos en su justa medida el valor de las
arquitecturas ordinarias.
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