Pueden
desdeñarse las febriles ensoñaciones que ascienden y se sustraen a las leyes de
gravedad de la realidad.
Pero
nos sustraeríamos de esta manera el mecanismo más poderoso para crear, en el
sentido estricto de la palabra. Las arquitecturas comienzan siendo hálitos,
vagarosas atmósfera a las que, no sin dificultades, se les confiere forma. Por
esto es que Neruda dice, con todas las letras: Yo construí la casa./
La hice primero de aire. /Luego subí en el aire la
bandera.
Porque
lo primero que debe constituir una arquitectura es una atmósfera respirable.
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