Munidos
de profundos y elaborados conocimientos de la geometría, los arquitectos
dominan soberanos el territorio del espacio representado.
Es
humanamente comprensible la embriaguez de creer, luego de prolongados y
disciplinados esfuerzos, que, mediante el dominio de la representación del
espacio, se subyugan asimismo la arquitectura y el comportamiento de quienes la
habitan. Se trata de embriaguez aguda, ya que la representación del espacio abstrae, mientras que la arquitectura,
el lugar y los habitantes persisten en su carácter concreto.
De
allí el equívoco frecuente de concebir la arquitectura ex nihilo, a partir de
una hoja o pantalla en blanco, que nihiliza precisamente el carácter muy
concreto del lugar.
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