No nos bañamos dos veces en el mismo río, porque
ya en su profundidad, el ser humano tiene el destino del agua que corre. El
agua es realmente el elemento transitorio. Es la metamorfosis ontológica
esencial entre el
fuego y la tierra. El ser consagrado al agua es un
ser en el vértigo. Muere a cada minuto, sin cesar algo de su sustancia se
derrumba. La muerte cotidiana no es la muerte exuberante del fuego que
atraviesa el cielo con sus flechas; la muerte cotidiana es la muerte del agua.
El agua corre siempre, el agua cae siempre, siempre concluye en su muerte
horizontal. A través de innumerables ejemplos veremos que para la imaginación
materializante la muerte del agua es más soñadora que la muerte de la tierra:
la pena del agua es infinita.
Gaston Bachelard, 1942
No hay comentarios.:
Publicar un comentario