En el
Segundo Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, celebrado en Frankfurt
am Main en 1929, el arquitecto alemán Ernst May
interpreta a su modo la demanda social popular:
Procuradnos viviendas que, aunque pequeñas, sean
sanas y habitables y ante todo facilitadlas con alquileres asequibles.
He
aquí un primer pecado original: haber interpretado de esta manera la demanda
social.
En
primer lugar y en las condiciones sociales e históricas imperantes allí en esa
circunstancia, puede señalarse:
- La respuesta de una sociedad mercantil-capitalista a la demanda es una-cosa-con-valor-de-mercado, esto es, una mercancía a título de vivienda. Desde la perspectiva actual, lo que necesita el proletariado son lugares en donde vivir, más que simples viviendas.
- Una concesión indebida al economicismo: aunque pequeñas. En buen romance, baratas o, peor aún, abaratadas en tamaño o en calidad y duración. Quizá se sospechara que la residencia burguesa era excesivamente holgada; lo cierto que se buscaban mínimos tolerables. En la actualidad, es exigible el tamaño conforme, más que mínimos estigmatizadores.
- Otra condición de hierro del sistema: accesibles por alquileres bajos. Esto conduce, antes que a la accesibilidad social, al abaratamiento del producto en ubicación urbana, calidad constructiva, durabilidad y estigmatización simbólica.
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