Sobre la acumulación: memoria y dimensión tanathotópica1

Hay algo maniático en la conducta ordinaria que opta por acumular objetos a título de recuerdos.
Se trata de una escritura menesterosa: en vez de redactar memorias, los fondos de los cajones hacen caudal de signos ostensivos. Un programa de teatro guardado es una fútil maniobra contra la evanescencia del momento quizá mágico que ya se desliza hacia el olvido. Un mochuelo de cerámica es portador de nuestro paso no suficientemente detenido por Atenas. Un antiguo compás pretende hacernos creer que aún recordamos los tiempos en que dibujábamos sobre el papel.
En definitiva, vamos acumulando objetos portadores de signos de la vida ya pasada. Hitos del camino a la muerte como única certeza. Cuando colmatemos los cajones y escondrijos, entonces moriremos y, como dice, el inmortal Horacio Ferrer, se irán los recuerdos en puntitas de pie.


1 Del griego tánathos, muerte

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