Raffaello
Sorbi (1844- 1931) La comida de los
cazadores (1922)
...la comida no es, y nunca lo
ha sido, una mera actividad biológica; constituye algo más que una mera
colección de nutrientes elegidos de acuerdo a una racionalidad estrictamente
dietética o biológica. Asimismo, sus razones o sus implicaciones no son
exclusivamente económicas. Comer es un fenómeno social y cultural, mientras que la nutrición es un asunto fisiológico y de la salud
(...) Si exceptuamos algunos productos de lujo, más valorados por su escasez y
su precio que por su aspecto (caviar, trufas, jamón de bellota, etc), no existe
ningún alimento cuyo significado se derive exclusivamente de sus
características intrínsecas, sino que depende de las asociaciones culturales
que la sociedad le atribuye.
Jesus
Contreras Hernández, 1999
Puede
sospecharse que, en el comer, como fenómeno social y cultural, lo interesante
es lo que pasa entre bocado y bocado,
lo que sucede antes o después de la
ingesta, lo que, originado remotamente en una necesidad biológica, lo contornea
diferenciado.
En
efecto, antes de comer está el menú. Éste no responde a consideraciones de conveniencia
nutricional cuanto a determinaciones complejas de lo bueno para comer, distinguido de todo aquello que es o tabú o
invisible como alimento.
Entre
bocado y bocado está la conversación, el intercambio significativo y la
socialización: quienes comen juntos comparten mucho más que las viandas y la
mesa. Somos humanos porque parloteamos, aprendemos y enseñamos mientras
constreñimos nuestros gestos con la imposición de la etiqueta.
La
sobremesa puede ponernos filosóficos y el sopor de los alcoholes puede
soltarnos la lengua en la imprudente confidencia. Quienes han compartido comida
y bebida renuevan alianzas y complicidades; a veces cierran negocios.
Celebramos
nuestra condición de humanos contorneando sin tocar apenas el núcleo necesario
de la subsistencia: comer es el exceso más allá del hambre puramente animal.
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