Carl Moll
(1861- 1945) Comedor I (1939)
En
torno a una mesa servida se convoca a congruentes formas de asumir e
interpretar la vida.
La
mesa del comedor es el territorio crítico de la etiqueta, esto es, el marco
normativo de las conductas que rige a las personas. Se es gente en la medida en
que los comportamientos se ajustan a un preciso patrón. Se trata del control
preciso de cada gesto con el fin de permitir la más matizada comunicación.
También
la mesa es un territorio puro. No es sólo un tema de higiene, sino de
compostura, de consagración especial del ámbito de comunión. Hestia, deidad de
lo doméstico por excelencia, no sólo se ocupaba del fuego sagrado sino también
de la pulcritud.
Así
mismo la mesa constituye un ámbito practicable. La sobreelaborada conducta se
debe a la necesaria operación microsocial que hace de cada intercambio una
negociación de significados y la posibilidad de tejer complejas alianzas y
complicidades.
Está
todo listo, y el mero hecho de comer, si bien insoslayable, es lo de menos.
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