S/d de Autor Biblioteca de Palacio Anichkov. (1869)
Puede
verse en la escena un derroche de lujo y sofisticación. Lo es, ciertamente.
Pero también puede verse un logrado lugar apacible y bien iluminado. También se trata de eso.
El
problema es que, por lo general, nos deslumbran ciertas envolturas que nos
impiden acceder —estética y éticamente— a otros aspectos relativamente más
esenciales.
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