Hacia una patología del habitar (IV)

¿Minha casa, minha vida?

Los sectores populares, de bajos ingresos, son los que más necesitan de la ciudad. Es una aberración contraria a la lógica, a la justicia y a la cultura ciudadana promover conjuntos de vivienda social en las periferias sin calidad de ciudad; en zonas reservadas, sin centralidades propias y sin convivir con los sectores medios y altos de la sociedad. La mezcla es la razón de ser de la ciudad, un lugar de gentes libres e iguales. La ciudad debe ser reductora de las desigualdades
Jordi Borja

El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones, dicen.
Por eso es preciso andar con cuidado. No sea que por cosificar indebidamente las demandas de una vida digna, se propongan infamantes guetos residenciales, indecorosas muestras de no-ciudad para quienes precisamente más la necesitan.

“Soluciones” indecorosas son afrentas, más que respuestas a las demandas sociales. Es preciso un esfuerzo denodado e integrador para acondicionar nuestras ciudades con lugares decorosas en beneficio de nuestra condición superior de seres libres

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