M. Arroyo
Fernandez (s/d) Balcón en Granada
(1891)
El hábitat no sólo es una infraestructura
de alojamiento sino un mundo de sentidos, un microcosmos. Está asociado a un
espacio social (el barrio) y a una poética del vivir (los geranios). Quien no
entienda esto no está autorizado a intervenir sobre la vivienda de los otros.
Norberto
Chávez
La
reducción ideológica de la problemática del habitar al denominado “problema de
la vivienda” tiene como consecuencia que el sentido común tecnoburocrático
reduzca su miope mirada hacia una falaz noción de adecuación.
Nadie
puede dudar que todos tenemos derecho a una vivienda adecuada, por más que los
contabilizadores del aire nos reduzcan a mínimos. Pero con el mutilado concepto
de adecuación no basta. Hay que considerar, dado que nos debemos a sujetos de
derecho, que tenemos derecho a un digno
lugar social, esto es; un vecindario, un rincón particular de ciudad.
Aún
más: nadie tiene derecho a fijar sobre la libertad del sujeto de derecho los
límites del decoro. Son las personas, habitantes, que tienen derecho a habitar
un lugar decoroso que, como reclamaba el andaluz de la cita, también disponga
de balcones para la poética de vivir con geranios o con cualquier otra cosa que
su decoro indique.
Quien no entienda esto no está autorizado a intervenir
sobre la vivienda de los otros.
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