Si se ignora al hombre, la
arquitectura es innecesaria.
Álvaro
Siza
Han
pasado muchos años.
En el
obrador se han sucedido los días arduos: algunos en donde el calor sofocaba,
otros en que el viento frío paralizaba hasta la respiración. En todo caso,
fatigas y sueños. Los alarifes han aplicado sus mañas arriesgando sus vidas y
reputaciones. Han dejado las claras improntas de su esfuerzo y han llegado, por
fin, a la cima, allí donde se atreven los valientes y también las palomas.
Ha
llegado el momento adecuado para poner la inscripción: Yo he estado aquí.
De
esta forma se queda el arquitecto, encaramado a la cornisa más alta de su sueño
y meditando sobre cómo se van haciendo las cosas en la ciudad.
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