En el Casc Àntic de Barcelona, frente al Museo
Picasso —barrio profundamente popular actualmente en proceso de
«adecentamiento»— me aborda un señor bajito y regordete y, sin decir agua va,
me espeta en puro andaluz:
«Estoy mu malo, mu malo (me siento mal, muy mal)».
Me veo obligado a preguntarle qué le pasa y él me
responde: «Acabo de pasá por donde estaba
la casa mía. Han demolio la manzana entera. No ha quedao ná. Ahora vivo en
Hospitalé. M´han mandao a un piso moderno, mu bonito; pero que no tié balcón. ¿Me
pué Usté decí onde pone mi mujé lo geranio?»
El hábitat no sólo es una infraestructura de
alojamiento sino un mundo de sentidos, un microcosmos. Está asociado a un
espacio social (el barrio) y a una poética del vivir (los geranios). Quien no
entienda esto no está autorizado a intervenir sobre la vivienda de los otros.
Norberto
Chávez
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