Perdurar

Palacio de Bahía, Marrakech

Hubo un tiempo en que los que construían operaban con una fe y convencimiento en que hacían lo debido, ni más ni menos y conseguían construcciones que aún hoy, luego de siglos, podemos ver erguidas sobre el horizonte.
Pero estas épocas son diferentes. Vivimos en una era en que ya no contamos con artesanos sino con mano de obra tenida por cara e incompetente; una época con técnicas que van rápido y alto; movidos por una rapacidad por beneficios inmediatos a la que denominamos economía. Por otra parte, el habitar del hombre no se detiene en la forma morosa de lo que perdura, sino que se somete con inquietud a la sucesión de imágenes evanescentes de lo novedoso.

Resulta un ejercicio de melancolía preguntarse qué quedará de nuestra actual estadio civilizatorio, si no es esto acaso de la naturaleza de los archipiélagos flotantes de desechos de plástico que ya merecen cierta consternada preocupación en los océanos.

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