Decoro de la morada del hombre

Giuseppe Antonio Petrini (1677- 1758) San Jerónimo (1735)

El decoro exige que un edificio no tenga ni más ni menos magnificencia que la que conviene a su destino.
Marc-Antoine Laugier, 1755

Todo lugar que oficie de morada del hombre debe ser condigno de su condición.
El decoro no debe considerarse un añadido facultativo sino el ajuste de la forma a la dignidad del sujeto habitante. Y conviene repasar a fondo la magnitud de esta dignidad en lo que se expresa en la situación en los lugares. Así, la conveniencia es un ajuste que se promueve desde la dignidad del sujeto y se expresa en aspectos formales del lugar tales como las dimensiones, las proporciones, el equipamiento y el carácter identificador.
Toda constricción extraña de tales aspectos constituye un estigma, que sustituye a una cabal expresión de la dignidad propia del sujeto.

Lo que está en juego con el decoro de la morada del hombre es el principio de libertad, expresada en autodeterminación.

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