Leonardo da
Vinci (1452- 1519) Figura Vitruviana
(1492)
Si se
considera que el cuerpo mide, valora y ordena el lugar de un modo inmanente, se
puede advertir que, desde un punto de vista existencial y trascendente, el
cuerpo proyecta y diseña el lugar.
Por
lo general atribuimos a los estratos superiores de la conciencia las tareas de
proyecto y diseño. Pero al hacerlo, incurrimos de hecho en una escisión entre
la conciencia y el cuerpo que no es sostenible. No es sostenible porque no
puede ignorarse la tarea propia del cuerpo informado para proyectar desde sí
hacia el lugar un designio constitutivo y fundamental. Y no hay proyecto ni
diseño posibles sin este designio y esta proyección sobre el espacio y el
tiempo, según las dimensiones impuestas precisamente por el cuerpo antes que la conciencia. Así, la
tradicional y repetida figura vitruviana es apenas un emergente figurativo de
una idea mucho más profunda.
No
hay proyecto y diseño “propios de la conciencia” sin las apoyaturas del cuerpo
vivo.
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