Le Corbusier El Modulor
Une maison est une machine à
habiter.
Le
Corbusier, 1923
Para
gran parte del funcionalismo del siglo XX, la respuesta inmediata a la pregunta
del título era: opera mecanicistamente,
esto es, se sirve de o sirve a algún mecanismo.
Cabe
matizar esta idea: el cuerpo opera, sí,
pero de forma no necesariamente mecanicista, sino propia de la condición humana.
Esto tiene importantes implicaciones.
El
cuerpo mide el lugar con la marcha de los pasos, con la extensión de los
brazos, con la percepción visual, con la reverberación del sonido, con el ritmo
de la respiración, incluso con el olfato. El lugar se deja medir por el cuerpo
en un conjunto de dimensiones que configuran un todo que desborda a las
clásicas dimensiones de espacio y tiempo.
Pero
el cuerpo no es una regla, sino un portador
usuario de un instrumento delicado, flexible y sofisticado de medida. No se
puede equiparar un cuerpo a una figura puramente extensional.
La imagen del Modulor es apenas una
emergencia visible y abstracta de una realidad mucho más compleja y sutil. En
el fondo, como en tantas otras cosas, Le Corbusier acierta-y-yerra a la vez.
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