Lang Jingshan
(1892-1995)
El tacto es la modalidad
sensorial que integra nuestra experiencia del mundo con la de nosotros mismos.
Incluso las percepciones visuales se funden e integran en el continuum háptico
del yo; mi cuerpo me recuerda quién soy y en qué posición estoy en el mundo. Mi
cuerpo es realmente ombligo de mi mundo, no en el sentido del punto de vista de
la perspectiva central, sino como el verdadero lugar de referencia, memoria,
imaginación e integración.
Pallasmaa,
2005
Aquí
aparece otra importante conjetura.
A la
consideración del tacto como sentido primigenio se le agrega un papel
concertante y sintético. Así, tanto es que a partir del tacto evolucionan los
demás sentidos, así como también y recíprocamente, las interacciones entre el
sujeto y su lugar tienen su síntesis en cómo el cuerpo toca el mundo. Estas dos
importantes hipótesis concurren en una radical asunción crítica sobre nuestra habitual
manera de ver la arquitectura, como
si de la pura sensación visual derivara, necesariamente, el conocimiento de
primera mano de ésta.
Esta
asunción propia de la experiencia sensible contribuye a reforzar la pertinencia
de una científica antropología del cuerpo como insumo cognoscitivo de todo
ejercicio arquitectónico. Al cuerpo le cabría, así, cuatro operaciones
fundamentales en la habitación: referencia,
memoria, imaginación e integración.
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