El urbanismo se ha vinculado a la ordenación
física de la ciudad existente y el desarrollo de la misma. Los urbanistas,
principalmente arquitectos e ingenieros, determinan las formas futuras de la
ciudad, y casi siempre los usos. Son los hacedores de planes y proyectos. Las
otras profesiones (juristas, economistas, sociólogos o geógrafos) pueden hacer
contribuciones complementarias, que se suponen sirven para viabilizar las
propuestas. Esto es la apariencia. En realidad las dinámicas del mercado van
más rápido que la elaboración y ejecución de los planes y proyectos. Lo mismo
los comportamientos sociales. Las decisiones políticas deben implementar
cambios, aprobar cambios, establecer otras prioridades o simplemente
interpretar permisivamente lo que exigen el negocio mercantil o las
reivindicaciones ciudadanas. La ciudad actual es más proceso que estructura,
por lo menos si se pretende entender para intervenir en ella. Es un flujo
permanente que hay que orientar en un sentido o en otro. Hay que reconocer las
tendencias en curso, siempre contradictorias, y decidir cuales son las
tendencias a frenar o a reducir y las que es preciso potenciar. Como en la
cancha, el entrenador debe estar modificando los planteamientos y las
colocaciones de los actores.
Jordi
Borja1
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