Plumas ajenas: Antonio de Molina

A veces se olvida que una ventana es el primer paso para poder llegar tomar conciencia de nuestro lugar en el mundo. Para mirar y también poder reconocernos mirando. Aunque la ventana no pueda abrirse y no permita que entre aire fresco. El poder ver las cosas es el primer paso para alcanzarlas. Para soñarlas.  

Antonio de Molina, 2017

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXV)


Eva Rubinstein (1933)

La piel lee la textura, el peso, la densidad y la temperatura de la materia. La superficie de un objeto viejo, pulido hasta la perfección por la herramienta del artesano y las manos diligentes de sus usuarios, seduce a la caricia de la mano. Es un placer apretar un pomo de una puerta que brilla por las miles de manos que han cruzado aquella puerta antes que nosotros; el limpio resplandor del desgaste se ha convertido en una imagen de bienvenida y hospitalidad. El tirador de la puerta es el apretón de manos del edificio. El sentido del tacto nos conecta con el tiempo y la tradición: a través de las impresiones del tacto damos la mano a innumerables generaciones. Un guijarro pulido por las olas es placentero para la mano, no sólo por su forma relajante, sino porque expresa el lento proceso de su formación; un guijarro perfecto sobre la palma de la mano materializa la duración, es tiempo convertido en forma.
Pallasmaa, 2005

Es fundamental el papel que tiene la piel en la operación de las cosas del mundo.
Son las manos las que investigan, palpan, tantean, consideran, sopesan. Y es el cuerpo el que consigue, en su síntesis orgánica, tener efectivo lugar en el mundo que contribuye a construir, de un modo u otro. En este sentido, la afirmación de nuestro autor (El tirador de la puerta es el apretón de manos del edificio) es sencillamente memorable.
Es para insistir: estamos en los albores de una nueva sensibilidad que hay que cultivar con ahínco y método.

Material sensible

Édouard Boubat (1923 - 1999) Coillure (1954)

El ojo del fotógrafo captaba lo esencial de la vida.
Por aquel entonces, el bromuro de plata se ocupaba del resto.

Por su parte, la muchacha se complacía con las alegrías esenciales de la vida, siendo una de ellas.

Apuntes de viaje (XXIV) La magnitud amorosa de un trozo de piedra


Museo de la Acrópolis, Atenas, 2015

Las palabras piedra, lápida, mineral tienen pocas asociaciones con la vida.
Sin embargo, hela aquí. Una piedra que ha subsistido a las sevicias del tiempo, del olvido y de la ruina. Una lápida que escondía una diosa sorprendida en el preciso momento de calzarse una sandalia. Un mineral tratado con un afecto que termina por prevalecer ayer, hoy y en el previsible futuro.
Un milagro de vida descubierto en las entrañas delicadas de la piedra más sagrada. Y lo que es mejor, obra humana, muy humana, quizá demasiado humana.

Una voz: Antonio Porchia


El sueño que no se alimenta de sueño desaparece.

Antonio Porchia

Soñar una cocina


Para el imaginario imperante a principios del siglo XX la cocina se reducía, en la vivienda popular, a un intenso lugar de trabajo apropiado para un único personaje, el ama de casa.
En la actualidad las condiciones son muy otras, pero la cocina sigue siendo, por lo general, un ámbito concebido, diseñado y construido para la labor de un solo sujeto por vez.
Cabe soñar en un ámbito en donde se alternen, coexistan y cohabiten diversos agentes, usos y rituales. Un lugar que sea una integración de diferentes ámbitos en donde se asocien, solidarios y complementarios, los diferentes habitantes del hogar, ya ayudándose, ya aplicándose cada uno a lo suyo. Un lugar acondicionado según usos variados y coexistentes: lugares de trabajo, sí, pero también lugares apropiados para los diversos rituales que se desarrollan a lo largo de la jornada.
Se trata ahora de correr los estrechos confines de la cocina del Existenzminimum. Pero para ello, debe pensarse antes en las personas que habitan, en los lugares de que disponen y después en los atrezos.


Una cierta tensión sinérgica

Edward Clifford (1844- 1907) Unos que han recibido a los ángeles inopinadamente (s/f)

Dado que las conformaciones de mundo siempre se expresan también arquitectónicamente, más exactamente, en la tensión sinérgica entre bienes muebles e inmuebles, hay que tener en consideración los procesos esferopoiéticos, que se materializan bajo forma de espacios habitados, edificios y aglomeraciones arquitectónicas. De acuerdo con una idea de Le Corbusier, se puede comparar un edificio con una pompa de jabón: “La pompa de jabón es perfectamente armónica cuando el alieno está bien repartido, bien regulado desde dentro. El exterior es el resultado de un interior”
Sloterdijk, 2004

Hay en la arquitectura una cierta tensión sinérgica entre sus contexturas exteriores e interiores.
La poiesis (hechura orgánica) de la arquitectura quiere que las fuerzas de la vida confieran forma a la arquitectura del lugar, equilibrándose sinérgicamente con las fuerzas físicas (materiales, energéticas, informativas) que conforman el artificio construido. Hasta ahora, en el pensamiento de los arquitectos profesionales, ha operado la pretensión persistente de que esta tensión sinérgica debe resolverse “desde el exterior hacia el interior”, si pudiese expresarse así. Dado el edificio, entonces, operará la vida habitándolo.

La Teoría del Habitar se propone liberar las tensiones de la vida y la contextura de la arquitectura del lugar “desde el interior hacia el exterior construido”. Dada la vida que habita, entonces encontrará la forma de su edificio conteste.

Plumas ajenas: Nicanor Parra


A diferencia de nuestros mayores
-y esto lo digo con todo respeto-
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
El poeta es un hombre como todos,
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.

Nicanor Parra

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXIV)


Eva Rubinstein (1933)

¿Por qué las casas abandonadas tienen siempre ese mismo olor a vacío? ¿Es porque este olor se estimula por la vacuidad que observa el ojo? Helen Keller era capaz de reconocer "una vieja casa de campo porque tiene varias capas de olores, dejados por una sucesión de familias, de plantas, de perfumes y de telas"
Pallasmaa, 2005

La vacuidad relativa ofrecida a un sentido despeja el camino para otras sensaciones.
Debe reconocerse el grado diverso de figuratividad que ofrecen, en cada circunstancia, las distintas sensaciones. Porque en la percepción es recurrente la construcción de figuras y fondos, así como una elaboración esforzada de una síntesis perceptiva que hace que el cuerpo tenga efectivo lugar.
Recién nos estamos asomando a un universo de sensaciones mejor elaboradas y reunidas orgánica y sintéticamente.

Poéticas de lo cotidiano

Karl Josef Müller (1865- 1942) Joven leyendo a la luz de una lámpara (s/f)

La gran pintura heroica y tradicional se ocupaba sólo de lo excepcional e importante, mientras que el hiperrealismo del siglo XX mostraba algunos aspectos ominosos de lo corriente.
A lo largo del tiempo en que vuelco mis ideas en este blog he cultivado un entusiasta interés por ciertos pintores del arte figurativo tardío, a horcajadas entre fines del siglo XIX y principios del XX. Solían pintar con atención y esmero la vida común y corriente: incurrieron así en las buscadas poéticas de lo cotidiano, el conjunto habitual de las circunstancias de la vida, sin omisiones y con hallazgos quizá nimios, pero reveladores.
Con pinturas como la que ilustra este artículo, me he solazado con la comprobación del modo en que la luz es una dimensión importante de la arquitectura del lugar: a la vez que permite la lectura en la mesa, sume al resto del ámbito en una cálida penumbra que ayuda a la concentración. Los gradientes luz/penumbra/sombra dan forma habitable al lugar, tanto como el suelo, los muros y las cubiertas.

Pinturas así me ayudan a percibir a mi alrededor y, a veces, confirman alguna sospecha. Una de estas es que, en el lugar menos pensado de nuestra vida cotidiana acecha una poesía genuina a la que sería bueno prestar oídos.

Artículo sin desperdicio

Véase:
https://www.zendalibros.com/perez-reverte-teoria-de-la-lentitud/

Apuntes de viaje (XXIII) Sueños de la materia


La Alhambra, 2016

Hay operaciones constructivo-ornamentales que, a fuerza de ensañarse con la materia, culminan en privarla de gravedad.
Es así que los ornamentos flotan allí en lo alto, en el lugar propio de los sueños de la materia. Porque bajo los arcos y las molduras de los cielos interiores es bueno alojarse para abandonarse a la imaginación. Porque la mirada vaga alígera y ya nuestro propio cuerpo no nos pesa, para llegar entonces a extasiarnos con el furor calmo de las luces y sombras, siempre en concierto danzante.
Porque los sueños de la materia son eso, una obstinada coreografía de luces, penumbras y sombras, mientras que, desde el patio, nos mece el rumor de las fuentes.

Una voz: Antonio Porchia


Todos mis pensamientos son uno solo. Porque no he dejado nunca de pensar.

Antonio Porchia

In memoriam: Vittorio Gregotti (1927-2020)

El poder financiero, que es el único que permite hacer grandes cosas en arquitectura, es global y quiere proyectos globales que sirvan para cualquier parte del mundo, mientras que al arquitecto sólo se le pide que asombre, que cree las más originales imágenes, alejándonos de nuestra historia y de nuestras raíces
Vittorio Gregotti

Alternativas al existenzminimum (III)

Jules-Alexandre Grün (1868 - 1934) Un grupo de artistas (1929)

Allí donde el existenzminimum constriñe, es preciso oponer algo más que holguras dignas: es oportuno reivindicar ámbitos para la libertad decorosa del cuerpo en los lugares.
Liberación y desalienación de los cuerpos, las personas y los agentes sociales, es la consigna ahora. La medida decorosa de los lugares es el margen de libertad efectivamente conseguido a la economía mezquina de los contabilizadores del aire. Pero, a no engañarse, la libertad de apenas algunos no basta. No se trata de embanderar las demandas sociales con privilegios encubiertos: los beneficios del decoro deben alcanzar a todos y a cada uno, en todos los ámbitos que ocupen a todos los títulos.

Es preciso conquistar amplios intervalos a la libertad en los lugares. No hay vida buena en el constreñimiento alienador.

Artículo recomendado

Véase:
http://manueldelgadoruiz.blogspot.com/2019/01/el-espacio-publico-contra-la-calle.html

Plumas ajenas: Manuel Delgado

No es casual que el lenguaje cibernético haya otorgado un protagonismo central a la noción de sitio. En efecto, el situs es, a diferencia del status o del locus, la esfera socioinstitucional en que se realiza, cuanto menos conceptualmente, el sueño imposible de un ámbito del todo igualitario, en el que los copresentes pueden compartir una misma orientación práctica momentánea en función de expectativas instrumentales inmediatas. Goffman, a lo largo de su obra, ofrece el ejemplo de los ascensores, vestíbulos, puestos de prensa, máquinas expendedoras, barras de bar..., terrenos en que se produce una formalidad compartida y consensuada que afirma no tener en cuenta ningún otro dato que no sea el que los copresentes expliciten, y en que se soslaya cuál es el lugar que cada cual ocupa realmente en una estructura social por lo demás asimétrica e inigualitaria. Se produce en estos contextos el sueño ideal de la clase media, que es el de un ámbito de relación en que las diferencias sociales han sido abolidas y se produce la epifanía de una sociedad momentáneamente igualitaria y equitativa, en que cada uno es juzgado a partir del papel que asume voluntariamente en el curso mismo de la interacción. El modelo para el chat es, una vez más, el de las charlas ocasionales e intrascendentes en el bar, mientras se aguarda en cualquier vestíbulo o en el transcurso de un desplazamiento en coche, por ejemplo.

Artículo completo en:
http://manueldelgadoruiz.blogspot.com/2013/08/sociabilidades-puras-en-espacios.html

Plumas ajenas: Nicanor Parra


Lo queramos o no
Sólo tenemos tres alternativas:
El ayer, el presente y el mañana
Y ni siquiera tres
Porque como dice el filósofo
El ayer es ayer
Nos pertenece sólo en el recuerdo:
A la rosa que ya se deshojó
No se le puede sacar otro pétalo

Las cartas por jugar
Son solamente dos:
El presente y el día de mañana
Y ni siquiera dos
Porque es un hecho bien establecido
Que el presente no existe
Sino en la medida en que se hace pasado
Y ya pasó...
como la juventud.

En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana
Yo levanto mi copa
Por ese día que no llega nunca
Pero que es lo único
De lo que realmente disponemos.

Nicanor Parra

Ceremonias decorosas

Nicolas Tournier (1590- 1639) Reunión a la mesa (s/f)

No basta con lo adecuado y digno: es preciso realizar conjuntos estructurados de actos en forma decorosa.
Por esto, nuestros hábitos constituyen ceremonias que siempre queremos decorosas. Siempre hay un modo de llevarlas a cabo, siempre hay un modo para que tengan lugar, siempre hay un modo en que nos establezcamos en una situación condigna. Porque, como existentes, como ser-en-situación que somos, la circunstancia que nos rodea, nos aloja y oficia de contexto debe honrar nuestra dignidad.
El decoro no es un ornato facultativo, sino la compostura formalmente necesaria a nuestra civilización. Por eso, tenemos derecho y es justo que reivindiquemos lugares decorosos para que nuestra vida tenga efectivo lugar.


Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXIII)


Eva Rubinstein (1933)

Un placer especial del viaje es familiarizarse con una geografía y un microcosmos de olores y sabores. Cada ciudad tiene su gama de sabores y de olores. Los mostradores de los vendedores callejeros son exhibiciones apetitosas de olores: criaturas del océano que huelen a alga, verduras cargadas de olor a tierra fértil y frutas que emanan la dulce fragancia del sol y del aire húmedo de verano. Los menús expuestos en el exterior de los restaurantes hacen que fantaseemos con todos los platos de una cena; las letras que leen los ojos se convierten en sensaciones orales.
Pallasmaa, 2005

El sentido del olfato es, junto al tacto y al gusto, objeto de un peculiar soslayo en favor de la vista y el oído. Aquí se ha defendido la importancia de la dimensión osmotópica del lugar habitado, sobre todo en su carácter crucial para la identificación y referencia de la memoria. Y no se trata de una defensa del perfumado artificioso de los ambientes, sino del cultivo de una virtud olfativa distintiva de cada lugar en cada circunstancia.
Hay fragancias que son parte del patrimonio identificador íntimo de ciertos lugares. Debemos desarrollar una peculiar acuidad a este respecto.

Eminencias

Antonio Smith (1832- 1877) Paisaje marino (s/f)

Una eminencia es todo aquel lugar que permite una vista despejada, alejada y estratégica sobre una comarca.
La situación en una eminencia es un signo, un privilegio y un compromiso. Por eso la Autoridad suele alojarse allí. En la antigüedad, la parte alta de las ciudades, las acrópolis, por ejemplo, estaban reservadas a los recintos sagrados, al lugar en donde honrar a los dioses. En estos tiempos de poca fe en otra cosa que el enriquecimiento, las regiones eminentes del paisaje se reserva al solaz de los afortunados, pocos y poderosos.

En un paisaje futuro, en el que sea deseable acaso habitar, las eminencias serán reservadas al caminante, al explorador y a todo aquel que busque interrogar su territorio sin pretender dominarlo, sino movido con el afán de mejor comprenderlo.

Apuntes de viaje (XXII) La habitación de la memoria


Olimpia, Grecia, 2015

En Olimpia hemos recuperado del fondo de la memoria el perfume de los añosos árboles, una cierta cualidad del aire y de las sombras que nos hizo habitar la memoria.
Porque hubo una época —ya muy lejana, pero tan entrañable— en que la práctica del atletismo era algo más que educación física. Era un componente fundamental de un proyecto de formación. Un capítulo juvenil en una Bildungsroman. Una forma de la esperanza.
Para todos aquellos que alguna vez en nuestra vida nos propusimos vencer nuestras propias marcas, Olimpia es una oportunidad para ingresar en la habitación de la memoria.

Una voz: Antonio Porchia


Cuando no ando en las nubes, ando como perdido.


Antonio Porchia

Dónde buscar la mejor de las arquitecturas

Josef Tautenhayn (1837-1911) Relieve en Brigittenau, Viena (1952)

En vano se la buscaría en el talento más reconocido de los más reputados arquitectos.
Un arquitecto puede llevar a cabo mejor o peor arquitectura, pero nunca la mejor de las arquitecturas. Esto es porque los arquitectos conocen demasiado de innúmeros factores que obstaculizan el camino a lo mejor de las arquitecturas. Los mejores son los que esquivan un mayor número de estos factores, pero no se puede con todos.
En realidad, la mejor de las arquitecturas es la que portamos todos en la profundidad enigmática de nuestros deseos más reservados. Y ahí no llega cualquiera. Por supuesto, no llegan los arquitectos, porque están demasiado ocupados con sus propios obstáculos, forjados en años de formación académica.

La mejor de las arquitecturas reside en la sima espiritual más insondable del más puro buen salvaje que todavía sobreviva en nuestra envejecida cultura. Hay que encontrarlo y saber indagar en su alma.

Artículos recomendados: tres en una misma recomendación entusiasta

Véanse:
http://manueldelgadoruiz.blogspot.com/2020/03/las-ciudades-suenan.html
http://manueldelgadoruiz.blogspot.com/2015/05/elogio-de-las-fronteras.html
http://manueldelgadoruiz.blogspot.com/2015/06/logica-del-transcurso.html

Alternativas al existenzminimum (II)

Mujeres de Argel, 1899

A la mezquindad del existenzminimum hay que oponerle la reivindicación de la dignidad y la dimensión social de los lugares y elementos arquitectónicos.
Debemos combatir el regresivo y avasallador envasado de la vida oponiendo el tamaño conforme a los rituales sociales. Este tamaño conforme a los rituales sociales no resulta de la observancia inerte de las formas hegemónicas de la etiqueta sino que deben provenir de una sistemática indagación sobre las efectivas demandas sociales.

Se vuelve imperioso defender unas dignas holguras capaces de cobijar con respeto debido las significaciones sociales de nuestro vivir.

Rituales eficaces

Leopold Horovitz (1837- 1917) El estudio del artista (1868)

El amor no es repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su propio ritual. Es, cómo podría explicarte, un puño de vida.
Mario Benedetti
A las prácticas habituales del cuerpo les rodea un aura de una muy tenue magia: los hábitos son rituales eficaces, más que simples operaciones mecánicas.
Nos creamos el mundo con esfuerzos recurrentes: hay en los lugares una dimensión ergotópica, esto es, la dimensión que da cuenta del trabajo que nos insume vivir los lugares. Toda actividad tiene, en el espacio y el tiempo, una recurrencia que se asocia a un hábito y éste tiene un valor especial que es más que su puro y simple resultado práctico. Se hace lo que hay que hacer, de la forma debida: aquí se formula, por ejemplo, un ritual eficaz para preparar la comida, para consumirla y para aprovecharla mucho más allá de las determinaciones insoslayables de la pura subsistencia.

Parte indisociable de los rituales es el dónde, esto es, el lugar allí donde el acto cobra todo su sentido. Y quien pregunta por el dónde de los rituales eficaces de la vida, está inquiriendo por la arquitectura, en su aspecto más propio.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXII)


Eva Rubinstein (1933)

En nuestra época la luz se ha vuelto una simple materia cuantitativa y la ventana ha perdido su significado como mediador entre dos mundos, entre lo cerrado y lo abierto, la interioridad y la exterioridad, lo público y lo privado, la sombra y la luz. Habiendo perdido su significado ontológico, la ventana ha pasado a ser una mera ausencia de muro: "El uso de ventanales enormes [ ...] resta a nuestros edificios de intimidad, el efecto de la sombra y la atmósfera [...]. Han equivocado los arquitectos de todo el mundo la proporción del cristal, es decir ventanas o de espacios abiertos hacia el exterior [...]. Ya la vida interior del hogar se ha perdido, se ha perdido por la gran ciudad, la urbe que obliga a la gente a vivir fuera de su casa" , escribe Luis Barragán, el verdadero mago del secreto íntimo, el misterio y la sombra en la arquitectura contemporánea. Del mismo modo, la mayoría de espacios públicos contemporáneos se volverían más placenteros con una luz menos intensa y una distribución desigual. El útero oscuro de la sala del consejo del Ayuntamiento de Saynatsalo de Alvar Aalto recrea un sentido místico y mitológico de comunidad; la oscuridad crea un sentido de solidaridad y fortalece el poder de la palabra hablada.
Pallasmaa, 2005

No hay magnitud física que afecte a los sentidos que pueda proliferar sin tasa o proporción.
La música debe complementarse con una cuota cierta de silencio, la luz con penumbras y sombras, las fragancias con un fondo perceptivo, las texturas y temperaturas superficiales deben alternarse en intensidades y valores. Por ello, cada elemento arquitectónico debe administrar los flujos energéticos al amparo de la vida.

Hestia y Hermes

Hermes y Hestia

A diferencia del dios Hermes, dios de los desplazamientos, que se detenía ante el umbral, Hestia penetraba en el centro de las casas.
Las casas no se entendían como espacios enclaustrados, sino como núcleos conectados a otras moradas. La red de conexiones, que permitía la vida de las casas -los intercambios matrimoniales- también estaban bajo la protección de Hestia (en tanto que diosa virgen, Hestia no tenía familia propia, por lo que todas las familias era su familia). Los viajes que presidía siempre tenían como fin la instauración de un nuevo espacio interior.
Pedro Azara, 2016
Los mitos de Hestia y Hermes constituyen dos estructuras primordiales de la noción de oikos, de la casa.
Hestia ampara la esfera del fuego sagrado, allí donde se emplaza el último y más recóndito reducto de lo propio. Mientras tanto, Hermes asiste a los tránsitos, a las conexiones, a los vínculos, a los pasajeros de todos los laberintos que van a dar allí en donde impera Hestia y su paz.
Desde entonces, una casa es una esfera y también un punto notable en unos laberintos que cobijan la urdimbre y trama de la vida.

Passer un pont, traverser un fleuve, franchir une frontière, c’est quitter l’espace intime et familier où l’on est à sa place pou pénétrer dans un horizon différent, un espace étranger, inconnu où l’on risque, confronté à ce qui est un autre, de se découvrir sans lieu propice, sans identité.
Ce dedans rassurant, clôturé, stable, ce dehors inquiétant, ouvert, mobile, les Grecs anciens les ont exprimés sous la forme d’un couple de divinités unies et opposées : Hestia et Hermes
 Hestia est la déesse du foyer, au cœur de la maison. Elle fait l’espace domestique qu’elle enracine au plus profond d’un dedans, fixe, délimité, immobile, un centre qui confère au groupe familial en assurant son assise spatiale, permanence dans le temps, singularité à la surface au sol, sécurité face à l’extérieur.
Autant Hestia est sédentaire, refermée sur les humains et les richesses qu’elle abrite, autant Hermès est nomade, vagabond, toujours à courir le monde.
Il passe sans arrêt d’un lieu à un autre, se riant des frontières, des clôtures, des portes qu’il franchit par jeu à sa guise. Maître des échanges, des contacts, à l’affût des rencontres, il est le dieu des chemins où il guide le voyageur, le dieu aussi des étendues sans routes, des terres en friche où il mène les troupeaux, richesse mobile dont il a la charge comme Hestia veille sur les trésors calfeutrés au secret des maisons.
Divinités qui s’opposent, certes, mais qui sont aussi indissociables.
Une composante d’Hestia appartient à Hermès, une part d’Hermès revient à Hestia. C’est sur l’autel de la déesse, au foyer des demeures privées et des édifices publics que sont selon le rite accueillis, nourris, hébergés les étrangers venus de loin, hôtes et ambassadeurs.
Pour qu’il y ait véritablement un dedans encore faut il qu’il s’ouvre sur le dehors pour le recevoir en son sein. Et chaque individu humain doit assumer sa part d’Hestia et sa part d’Hermès.
Pour être soi il faut se projeter vers ce qui vous est étranger, se prolonger dans et par lui.
Demeurer enclos dans son identité, c’est se perdre et cesser d’être.
On se connaît, on se construit par le contact, l’échange, le commerce avec l’autre.
Entre les rives du même et de l’autre, l’homme est un pont.

Jean-Pierre Vernant , 2004.

Apuntes de viaje (XX) Asomarse a las puertas


Fez, Marruecos, 2016

Disponer de un pasaporte de viajero supone una cierta licencia para inmiscuirse curioso ante las puertas.
Si es discreto uno puede asomarse a otros ámbitos y modos de vida que quedarán, como destellos en la memoria y como testimonios de otras voces que resuenan allí. Advertirá entonces que la virtud de las puertas es unir y separar a la vez, es vencer las distancias para ser derrotados por el espesor de las jambas, es oponer una delgada nada entre uno y otro lado del mundo, es prometer un ingreso que nos está vedado precisamente porque la puerta está allí. Porque en el umbral están, a título de centinelas, los Propios y nosotros seguiremos nuestro camino como los Otros que somos.
Hasta que lleguemos a la puerta que a nosotros nos toca cerrar y custodiar: la que clausura nuestro propio lugar.

Una voz: Antonio Porchia


Quien asciende peldaño a peldaño, se halla siempre a la altura de un peldaño.


Antonio Porchia

Lugares de memoria y olvido

Emil Schindler (1842- 1892) El cementerio de Gravosa cerca de Ragusa (1891)

La isla humana es un lugar visitado y afectado por vida ya muerta. Donde sus habitantes se juntan, se hacen perceptibles signos sutiles y obstinados de los ausentes. Si a los mortales les afecto lo ausente o trascendente, es por dos motivos, que, a una mirada más atenta, remiten a fuentes completamente diferentes. La primera de ellas la acabamos de caracterizar al hablar de la emergencia de nuevas verdades en el ámbito del saber del colectivo: de vez en cuando se presentan ante nosotros retoños de lo oculto, de lo que queda “tras” el horizonte despejado, en forma de nuevos conocimientos que testimonian la prosecución de la marcha casi infinita hacia fuera, hacia arriba y hacia abajo. Puesto que las “sociedades” nunca se sienten seguras frente a descubrimientos, inventos y ocurrencias, los seres humanos pueden y deben saber que hay nuevas verdades que le afectan de lleno en su vida […]
La segunda fuente de la afección por el más allá y lo ausente surge de la circunstancia de que los seres humanos, según una expresión de los primeros griegos, son los mortales; y no sólo en el sentido de que tienen la muerte ante sí, sino, más bien, de que tienen detrás de sí a sus muertos. La segunda trascendencia se funda en el hecho de que en la isla antropógena se tiene a los antepasados a la espalda, o tras la nuca, por utilizar una imagen más cargante.

(Sloterdijk, 2004:337)

Alternativas al existenzminimum (I)

Le Corbusier (1887- 1965) Petit Cabanon, Roquebrune, 1951

Nuestra actual normativa de edificación suele hacer acopio de especificaciones mínimas, las que por interesadas razones, se vuelven normas de uso.
Alturas mínimas, anchos mínimos, superficies mínimas: vida mínima o existenzminimum.
En la actualidad hay dos razones principales para revisar esta actitud mezquina ante el lugar habitado por nuestros congéneres:
  • La primera, es que es preciso otorgar una holgura necesaria al tamaño conforme de todas las cosas en relación con todos los cuerpos, todas las capacidades, todos los requerimientos, todas las coreografías de la vida.
  • La segunda, que es preciso abrir paso a una flexibilidad en la implementación, para evitar que haya elementos arquitectónicos de un solo uso posible.


Hay que conseguir nuevos estándares de adecuación: holgados y multipropósito.

Coreografías adecuadas

Maya Plisetskaya (1925- 2015)

Es imposible no emocionarse con el dominio eficaz del tiempo y el espacio que detentan, magníficas, las bailarinas.
Por su parte, las no menos eficaces coreografías de ciertas ocupaciones como el cocinar, el tendido de una cama o los cuidados de una enfermera deben merecernos también atención y emoción. Parte no menor del confort efectivo del cuerpo que trabaja en el lugar es fruto de una sana constitución, una eficacia comprobada y una alta tasa de eficiencia, sin desdeñar hasta una resolución estéticamente elegante.

Hay que profundizar la mirada sobre el trabajo del cuerpo a efectos de mejor rendirle homenaje con arquitecturas y equipamientos.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXI)


Eva Rubinstein (1933)

La experiencia auditiva más primordial creada por la arquitectura es la tranquilidad. La arquitectura presenta el drama de la construcción silenciada en materia, espacio y luz. En última instancia, la arquitectura es el arte del silencio petrificado. Cuando cesa el alboroto de la obra y los gritos de los trabajadores se apagan, el edificio se convierte en museo de un paciente silencio de espera. En los templos egipcios tropezamos con el silencio que rodeaba a los faraones, en el silencio de la catedral gótica nos acordamos de la última nota agonizante del canto gregoriano y de los muros del Panteón nos llega el eco de los pasos romanos que se van apagando poco a poco. Las casas viejas nos devuelven al tiempo lento y al silencio del pasado. El silencio de la arquitectura es un silencio receptivo, que hace recordar. Una experiencia arquitectónica potente silencia todo el ruido exterior; centra nuestra atención sobre nuestra propia experiencia y, como ocurre con el arte, nos hace ser conscientes de nuestra soledad esencial.
Pallasmaa, 2005

Es significativo que la tranquilidad sea la condición de la experiencia auditiva arquitectónica más primordial. Pero no se trata tanto de silencio petrificado sino de un especial ahuecamiento para que los latidos discretos de la vida puedan percibirse con toda nitidez. Hay en la arquitectura lograda una virtuosa ausencia de ruido que puede apreciarse cuando el acontecimiento auditivo llega a ser la reposada respiración propia o los murmullos sosegados del pulso.
Es significativo que la arquitectura logra magias cuando deja reposar al habitante de un modo en que este pueda apreciar con detenimiento que está allí, vivo.

Inmersiones y texturas

Alberto Giacometti (1901- 1966) Hombre que camina I (1960)

Casi cualquier persona puede pararse enfrente y encarar esta obra de arte.
Pero puede proponerse un ejercicio diferente. ¿Y si el Hombre que camina estuviese inmerso en una obra de arte? ¿Qué percibiría? ¿Constituiría un sujeto de juicio kantiano? ¿Erraría irresoluto buscando dónde concentrar su atención? ¿Podría estremecerse sordamente con el roce sutil con el lugar? ¿Qué texturas se le revelarían en su marcha?

¿Acaso este hombre que marcha nos puede enseñar algo que debiéramos ya saber?