Eva Rubinstein
(1933)
La piel lee la textura, el peso,
la densidad y la temperatura de la materia. La superficie de un objeto viejo,
pulido hasta la perfección por la herramienta del artesano y las manos
diligentes de sus usuarios, seduce a la caricia de la mano. Es un placer
apretar un pomo de una puerta que brilla por las miles de manos que han cruzado
aquella puerta antes que nosotros; el limpio resplandor del desgaste se ha
convertido en una imagen de bienvenida y hospitalidad. El tirador de la puerta
es el apretón de manos del edificio. El sentido del tacto nos conecta con el
tiempo y la tradición: a través de las impresiones del tacto damos la mano a
innumerables generaciones. Un guijarro pulido por las olas es placentero para
la mano, no sólo por su forma relajante, sino porque expresa el lento proceso
de su formación; un guijarro perfecto sobre la palma de la mano materializa la
duración, es tiempo convertido en forma.
Pallasmaa,
2005
Es
fundamental el papel que tiene la piel en la operación de las cosas del mundo.
Son las
manos las que investigan, palpan, tantean, consideran, sopesan. Y es el cuerpo
el que consigue, en su síntesis orgánica, tener efectivo lugar en el mundo que
contribuye a construir, de un modo u otro. En este sentido, la afirmación de
nuestro autor (El tirador de la puerta es
el apretón de manos del edificio) es sencillamente memorable.
Es para
insistir: estamos en los albores de una nueva sensibilidad que hay que cultivar
con ahínco y método.
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