Miguel Ángel
Zelayeta (1929- 1999) Esquina de la
Ciudad Vieja (1998)
Los
marinos que han visitado nuestro Río de la Plata nos han dejado un verbo de
singulares resonancias: recalar.
Para
la Real Academia, significa, dicho de una persona: Aparecer por algún sitio. Pero aquí usamos el término con un matiz
de significado más preciso. Este se debe al sentido en que los marinos lo
aplican a un buque: Llegar, después de
una navegación, a la vista de un punto de la costa, como fin de viaje o para,
después de reconocido, continuar su navegación.
Marineros
en tierra, los rioplatenses recalan en ciertos significativos puntos —una esquina, un bar, un banco en una plaza—
ya como meta provisional de un viaje, ya como un hito en el camino. Al hacerlo,
detienen su andar, señalan su presencia, afrontan quizá otras apariciones,
humanas o fantasmales, habitan provisionalmente un lugar singular.
Así,
nuestras ciudades todavía conservan nuestros precisos puntos de recalada que
tanto amamos, hecho que no comentamos mucho, por pudor.
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