Kristopher
Grunert (1978)
El ojo hegemónico trata de dominar
todos los campos de la producción cultural y parece debilitar nuestra capacidad
para la empatía, la compasión y la participación en el mundo. El ojo narcisista
ve a la arquitectura sólo como un medio de autoexpresión y como un juego
intelectual y artístico separado de las conexiones mentales y sociales
fundamentales, mientras que el ojo nihilista adelanta deliberadamente la
distancia sensorial y mental y la alienación. En lugar de reforzar la
experiencia centrada en el cuerpo y la experiencia integrada del mundo, la
arquitectura nihilista separa y aísla el cuerpo; en lugar de intentar
reconstruir un orden cultural, hace imposible una lectura de la significación
colectiva. El mundo se convierte en un viaje visual hedonista carente de
significado. Queda claro que sólo el sentido de la vista, que se distancia y
separa, posibilita una postura nihilista; es imposible pensar, por ejemplo, en
un sentido nihilista del tacto, dada la inevitable cercanía, intimidad,
veracidad e identificación que conlleva. Existe igualmente un ojo
sadomasoquista y también pueden identificarse sus instrumentos en el ámbito de
las artes y de la arquitectura contemporáneas.
Pallasmaa,
2005
Tal
como he comentado antes, me parece que es el narcisismo profesionalista el
verdadero problema que se sirve del ocularcentrismo como instrumento.
Porque
lo sustancial de la crítica radica en el narcisismo tanto como en el nihilismo
dominantes en una profesión que soslaya su carácter de servicio social en
beneficio del cultivo complaciente de las relaciones capitalistas de producción
y consumo. La alienación contemporánea no es fundamentalmente un problema de
deprivación sensorial, sino de una escisión en el modo dominante de producción
y de su expresión en el oficio de transformar el hábitat.
No
obstante ello, es interesante constatar a través de qué mecanismos estésicos se evidencia esta alienación.
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