Constantin
Brâncuși (1876 – 1957) La señorita Pogany
(1913)
Las
estéticas históricas se han fundado ya en el cultivo del sentido de la vista,
ya en desarrollo de las habilidades del oído, sin olvidar, por otra parte, el
sentido del gusto. Creo que ha llegado el momento de abordar una estética de la
piel y el tacto.
Se
trataría de una estética que, antes de generar una distancia contemplativa
entre el sujeto y su objeto, se aplicara al contacto íntimo, a la interacción
concreta, al conocimiento de primera mano,
como suele decirse.
Se
trataría de una estética de la implicación del sujeto, de una participación
mutua entre el sujeto y su objeto, efecto y resultado de una apropiación
manipuladora, de una consideración fundamental, producto de un interés y
atención directa y manifiesta.
Se
trataría de una estética que abordaría las sensaciones más primitivas del ser
humano. Y estas sensaciones más primitivas, por serlo, podrían tener la
autenticidad propia de las vivencias genuinas, inmediatas.
Quizá
resultara más pertinente esta estética para indagar en la propia estética arquitectónica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario