Lisboa, 2016
He hablado un buen tiempo, pero
sólo de un tipo de fotografía. Hay muchos. Evidentemente son fotografía la
fotografía borrosa que llevamos en nuestra billetera, las fotos brillantes del catálogo
publicitario y un buen número de cosas más. No pretendo definirla para todo el
mundo. Sólo intento definirla para mí mismo: para mí la fotografía es el
reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, de la significación de un
hecho con la organización precisa de las formas que dan a ese hecho expresión
propia.
Henri
Cartier-Bresson
El
respetado fotógrafo francés comentó su trabajo bajo el epígrafe El Instante Decisivo. Estas líneas
constituyen mi homenaje a su labor impar.
Esta
agraciada postal de Lisboa es obra no ya efecto del encuadre más o menos
logrado, sino de la feliz circunstancia que en este bello enclave de Lisboa
irrumpiese, en el instante decisivo,
el tranvía que completara el paisaje. Nótese que la escena, desprovista de la
presencia del vehículo, sería, a lo sumo, una impresión del efecto que da el
cierre de la perspectiva por parte del templo religioso, tema de interés
limitado.
Sólo
cuando aparece el tranvía es que todos los elementos se resignifican: estamos en Lisboa y esto es una calma
felicidad. La placidez que proviene que cada cosa está en su lugar. Alguien
puede llamar arquitectura a este
virtuoso orden finalista de los elementos. Orden finalista tanto en el espacio
como en el tiempo.
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