Giardino
Bardini, Florencia, 2017
Los
jardines que gustamos visitar se prodigan en encantos, pero es en ciertas
regiones de estos donde se cultivan ciertas virtudes que nos conmueven, honda y
perdurablemente.
Es
difícil de explicarlo y no es tan arduo mostrarlo en una fotografía. Esta sólo
es una ayuda a la memoria para evocar la emoción de sentir el rumor del agua,
apreciar en la piel la frescura del rincón, deleitarse con la fragancia
particular del enclave y todas las demás sensaciones que concurren en hacer de
esta región un sortilegio.
Porque
en el Jardín hay, por cierto, hechizos y hay que preparar el alma para
experimentarlos.
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