Un paso más allá de la dignidad: una apertura hacia la libertad

Frank Bramley (1857- 1915) Mientras cae suavemente la noche (1909)

A toda la humanidad debería reconocérsele ese derecho de construir sus propias habitaciones, pero sin perder ese otro derecho fundamental que es el derecho a que esas estancias contengan el infinito. Ese sería el principio de “otra” dignidad elemental que no es la de la simple y necesaria “vivienda digna”.
Santiago de Molina, 2016

Las moradas del hombre, según el derecho fundamental a habitar, deben resultar adecuadas, dignas y también decorosas.
Y un aspecto no menor de este decoro es ofrecer una apertura hacia la libertad fundamental, que es esa infinitud propia de la condición humana. Desde que somos un proyecto, ni aún el horizonte nos confina.

Por eso, una morada decorosa debe abrirnos ventanas y terrazas a lo más allá.

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