La domesticidad

Pieter de Hooch (1629- 1684) Mujer pelando manzanas (1663)

La domesticidad es una invención, es decir, una construcción cultural; un concepto abstracto que hace referencia a la forma de concebir el hogar y el espacio circunscrito a él de manera que la ocupación física, psicológica y simbólica de la vivienda adquiere unos rasgos determinados, llegando a generar un estilo y una forma determinada de vida; en este sentido, presupone la intencionalidad y la voluntad de crear en el interior de los hogares un clima considerado ideal por los propios moradores; un marco para la convivencia y cohabitación que, al basarse en ciertas reglas que facilitan la satisfacción de las necesidades fisiológicas y emocionales, puede asegurar el orden y la estabilidad internas, siendo percibido por sus residentes como radicalmente distinto al espacio exterior, en tanto que desordenado e inestable. Algunos autores como Edward Shorter hacen una interpretación más restrictiva de la domesticidad; para el historiador de la familia inglés la domesticidad está ligada a la familia moderna, la familia nuclear, y es definida como «la conciencia que tiene la familia de sí misma como una preciosa unidad emocional que debe ser protegida de los extraños con privacidad y aislamiento
Franco Rubio, 2012

En casi todas las efusiones de lo humano, cada aspecto que se examine es, muy probablemente, un constructo cultural. Uno de estos aspectos, la domesticidad, constituye sin ningún género de dudas un constructo de esta naturaleza.
De esto se sigue que la forma de habitar el ámbito allí donde uno vuelve una y otra vez, al tiempo que siempre es esperado constituye una estructura cuyo completo sentido radica, precisamente, en la imbricación de sus aspectos físicos, psicosociales y simbólicos. Deconstruir y comprender esta estructura es una tarea insoslayable para la Teoría del Habitar.
A la vez que cultural, la domesticidad tiene una naturaleza histórica intrínseca. Es indudable que nuestras actuales nociones al respecto sean herederas de la constitución efectiva de la familia nuclear moderna hacia el siglo XVII europeo. Con todo, la conciencia social al respecto experimenta en la actualidad una relativización profunda y crítica tanto en el contenido como en las formas significantes.

Según derive la domesticidad en este crítico presente indicará los principales vectores impulsores a la casa del futuro. Deberemos ser capaces de percibir e interpretar estos signos.

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