John Constable
(1776- 1837) Weymouth Bay (1816)
Aire: nada, casi nada,
O con un ser muy secreto,
O sin materia tal vez,
Nada, casi nada: cielo.
Jorge
Guillén (1893-1984)
El
lugar comienza por ser aire.
La
primordial condición de un lugar para constituirse es disponer de una atmósfera
respirable. Por eso, lo primero que habitamos es, precisamente, un medio sutil,
límpido y diáfano. Y nuestra primera operación crítica es, precisamente,
respirarlo, inspirar y expirar.
Pero
apenas disponemos del poder del cuerpo y del control eficaz de sus operaciones,
nos lanzamos a la tarea incesante de conferir forma a nuestra ocupación activa
de esa atmósfera que no deja de respirarse hasta el final. Así excavamos sin
cesar en la más dócil de las materias, así damos forma a los ligeros ecos de
nuestra presencia, así nosotros nos desenvolvemos en el mismo elemento con que
nos arropamos.
La
síntesis de la forma de las atmósferas habitadas es una tarea superior del
cuerpo y los arquitectos deberíamos interrogar a fondo en esas fantasías de la
propia vida que palpita.
Porque
el lugar también concluye siendo aire.
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