Corredor en
una escuela noruega
Un
buen y servicial pasillo es uno bien iluminado, de geometría simple, generoso
en amplitud y despejado de todo obstáculo para el desplazamiento. También resulta
ser algo triste, para qué negarlo.
Por
eso es un gesto de generosidad arquitectónica superar la condición ancilar del
pasillo previendo lugares para la vida humana: zonas de interacción, de
intercambio, de detenimiento.
Para
que andar sea algo más interesante que simplemente circular.
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